Juan Solis | El Universal
Jueves 04 de Marzo de 2004
Actuarán conjuntamente con el ensamble de los Chelos de Hamelin en la Iglesia de la Santa Veracruz
Dicen que los niños que escuchan buena música, a la postre no sólo sensibilizan su sentido del oído, sino que también facilitan su aprendizaje de las matemáticas y de pensamientos abstractos. En cambio, los que sólo oyen basura a la larga se vuelven niños verdes corruptos y susceptibles de ser chamaqueados.
Entre los afortunados niños que integran el primer rubro se encuentran los 45 pequeños del Coro de Niños Cantores del Centro Histórico, y los 10 agrupados en el ensamble Los Chelos de Hamelin.
Ambas agrupaciones actuarán juntas, en un fraternal mano a mano, el próximo sábado 13 de febrero, en la iglesia de la Santa Veracruz, en el marco del Festival de México en el Centro Histórico. El coro interpretará piezas de Purcell y Mozart, mientras que los cellistas estarán acompañados por la mezzosoprano Encarnación Vázquez e interpretarán piezas de Beethoven y Handel, entre otras.
El coro nació en el seno del festival, es uno de los proyectos a largo plazo del evento, junto al de la restauración de obras pictóricas y escultóricas pertenecientes a inmuebles ubicados en el primer cuadro de la ciudad. La dirección general está a cargo de Leszek Zawadka y el padrino y presidente honorario es el tenor Ramón Vargas.
Dirigido por el tenor Héctor Francisco Muñoz, el coro cumplirá su quinta actuación en el festival. El resto del año ensayan en la Iglesia de la Santa Veracruz, luego de que salieran de la Iglesia de Loreto prácticamente rodeada por el ruido del ambulantaje. Realizan presentaciones en templos de la demarcación o bien en foros a donde son invitados, como el Palacio de Bellas Artes y el Palacio del Arzobispado.
Los niños que forman el coro, cuyas edades están entre los siete y los 16 años, son habitantes del Centro Histórico. El festival se encarga de pagar el sueldo de sus maestros de música, de proporcionarles uniformes y apoyarlos en el transporte.
Sin tantos apoyos, pero con igual talento, los 10 niños que integran Los chelos de Hamelin son patrocinados, educados musicalmente y dirigidos desde hace tres años por la maestra Pilar Gadea, autora del libro Violonchelo de colores .
Gadea, quien fue maestra en la escuela del Conjunto Cultural Ollin Yoliztli, asegura que lo más difícil al iniciar a un niño en el cello, es mantenerlo sentado junto a su instrumento, sin embargo está convencida de que los niños son profesionales y recuerda a una de las integrantes que tocó con la pierna enyesada.
Gadea y Muñoz coinciden en que los integrantes de sus agrupaciones están lejos de los intereses comerciales promovidos en programas de televisión como “Código Fama”. Sus alumnos toman clases de solfeo y ensayan diario.
“Nosotros no creamos imagen en los niños, no posan, sólo se esfuerzan por interpretar correctamente música compleja”, dijo Muñoz. “Es un hábito concluye Gadea, una forma de vida. Que los niños tengan un momento de soledad con su instrumento les permitirá ser fuertes para afrontar los problemas de la adolescencia.”