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El violín de colores, método lúdico y “sin dolor” para tocar el instrumento

Pilar Gadea creó la propuesta de enseñanza que rescata canciones infantiles de Iberoamérica.
El violín de colores, método lúdico y sin dolor para tocar el instrumento.
Fue concebido para niños de entre seis y 16 años
Evita lo aburrido y severo de los sistemas existentes, afirmó la docente y violinista Noemí Brickman en la presentación del título.

Ángel Vargas

Periódico La Jornada
Domingo 28 de febrero de 2016, p. 3
Aprender música y a tocar un instrumento de cuerda de manera lúdica por medio del vasto repertorio de canciones infantiles que existe en Iberoamérica es el eje del método creado por Pilar Gadea Lacasa, cuyos volúmenes uno y dos, dedicados al violín, fueron presentados la noche del jueves en la sala Julián Carrillo de Radio UNAM.

Esta propuesta nació hace casi 20 años a partir de que la pianista y docente advirtió la inexistencia de un método de estudio musical en el país con canciones conocidas por la infancia local, lo cual, según la también compositora, dificulta su acercamiento a la música y que ejecuten algún instrumento

Los niños crecen cantando; tocar lo que se canta, entonces, es una manera natural de acercarse y comprender la música. Los instrumentos de cuerda, además, son muy complejos: el arco, los dedos, la afinación; físicamente es todo un esfuerzo que, cuando el oído está desarrollado, uno puede concentrarse en la flexibilidad, la afinación, en tantas cosas que requiere el instrumento, y disfrutar al tocarlo.

Concebido para edades de entre seis y 16 años de edad, se trata de un método de dificultad progresiva que comienza con la enseñanza del canto a los niños, pues de acuerdo con Pilar Gadea ésa es una manera de aprender a solfear.

Cantamos y solfeamos y, una vez que esto está listo, seguimos con el instrumento. Todo desde una perspectiva lúdica. Algo muy importante es que se enseña a los estudiantes a tocar juntos, lo cual es muy valioso, porque de esa manera, al convertirse en un lenguaje común, nunca dejarán la música, aunque no se dediquen de manera profesional a ella.

El violín de colores es el título de este libro editado por la Secretaría de Cultura del gobierno federal, por conducto del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca). El primero de sus volúmenes está enfocado a trabajar la primera posición en ese instrumento mientras en el segundo se comienza a cambiar la mano en el diapasón.

En la presentación del volumen, durante la cual se mostraron ejemplos de los ejercicios del libro, el titular del Sistema Nacional de Fomento Musical, Eduardo García Barrios, anunció que este material será distribuido entre las orquestas comunitarias del país pertenecientes a ese organismo.

El propósito, aclaró, es facilitar el aprendizaje del violín. Lo mismo dijo que se hará con el dedicado al chelo, que lleva por título El violoncello de colores. Ambos títulos son utilizados en España, Venezuela y Estados Unidos.

Al rescate de la identidad

El también director de orquesta consideró estos libros herramienta indispensable, cuyo valor principal es basarse en canciones sencillas y evocativas que son parte de la tradición y, como tales, tienen que ver con la identidad y el imaginario de los niños.

Uno de los ejes fundamentales es la identidad, así como el rescate de canciones tradicionales, porque, por desgracia, cada vez se cantan menos, indicó y lamentó que en México no se utilice la música tradicional para la enseñanza de esa disciplina, como sí ocurre en naciones que destacan en la especialidad, como Rusia.

Por su parte, la violinista y docente Noemí Brickman resaltó que el método de Pilar Gadea reúne cualidades que faltan en la oferta de métodos para principiantes en el arte de tocar los instrumentos de cuerda.

“Es música amena, evocadora, alegre y divertida. Pilar creó melodías originales y adaptó canciones tradicionales, llevando al alumno a tocar de manera natural y fácil. Evita lo aburrido y severo de los métodos existentes y, en cambio, ofrece un sistema de avance rápido y sin ‘dolor’. Integra el encanto de la música con el desarrollo gradual de la técnica.”

En ese acto también participaron Julio Gullco, especialista en canción infantil, y el pianista y docente Pablo Chemor.

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Entrevista en Ton y Son Código DF

Pilar Gadea, directora de la orquesta infantil de violonchelos “Los chelos de Hamelín” y del “Ensamble Ámbar”, comparte su método con melodías tradicionales y composiciones originales que integran la alegría de la música con el desarrollo gradual de la técnica.

Para escuchar la emisión haz click en este enlace.

http://www.codigoradio.cultura.cdmx.gob.mx/index.php/podcast/viola-y-violin-de-colores/
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Acordeón, gaita y danza tradicional de Irlanda y Escocia, hoy en el Cenart

Periódico La Jornada
Domingo 17 de mayo de 2015, p. 6

Música tradicional irlandesa, escocesa e inglesa forma parte del concierto que ofrecerán hoy Los Chelos de Hamelin y Ogham Ensemble en la Sala Blas Galindo, del Centro Nacional para las Artes (Cenart), a las 13:30 horas.

El sonido de los violonchelos se fusionará en este programa con los del acordeón, la gaita y el violín para dar cuenta de jigas, reels, danzas escocesas y galesas, junto con obras inglesas, anónimas y de trovadores como O’Carolan, cuya música era imprescindible en bodas y actos sociales en la Irlanda de principios del siglo XVII.

La mayoría de las piezas son para bailar, aunque también las hay melancólicas, propias para enriquecer el espíritu. La última parte del programa está integrada por cánones ingleses anónimos del siglo XIII y de autores del siglo XVI y principios del XVII, como Tomas Tallis y John Hilton.

Los Chelos de Hamelin es un ensamble de violonchelos integrado por niños desde cinco años de edad, cuya principal motivación es el amor por la música y el instrumento. Fue integrado por Pilar Gadea con el propósito de mostrar el método de enseñanza musical Violonchelo de Colores, de su autoría.

La agrupación se ha presentado en foros como el Festival del Centro Histórico, Museo Papalote, Canal Once, el Anfiteatro Simón Bolívar del Antiguo Colegio de San Ildefonso, la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil, y el Centro Cultural de España entre otros.

Sus programas incluyen canciones tradicionales latinoamericanas e iberoamericanas, así como canciones de Pilar Gadea que forman parte de su libro para la enseñanza del instrumento, además de obras de compositores clásicos, barrocos y contemporáneos.

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ENSAMBLE LOS CHELOS DE HAMELÍN. 18 DE JUNIO 2014

Merry MacMasters

Periódico La Jornada
Miércoles 18 de junio de 2014, p. 4

A la memoria del poeta José Emilio Pacheco (1938-2014) fue dedicado el concierto a cargo del ensamble infantil Los Chelos de Hamelín, en el cual se dio a conocer una selección de piezas del cuarto disco compacto de la serie Violoncello de colores: método de iniciación musical para niños.

La violonchelista Pilar Gadea, responsable del proyecto y directora del ensamble, pidió al público dedicar 30 segundos al poema Un gorrión, de Pacheco, con cuya lectura musicalizada dio inicio el concurrido concierto gratuito.

En el auditorio Blas Galindo del Centro Nacional de las Artes, escenario del recital, hubo cierta inconformidad por la costumbre de apartar lugares. Para tranquilizar los ánimos, mejor iniciaron el concierto. Aun así Gadea tuvo que recordar al público que en ese momento lo importante era estar con estos niños que han dedicados horas y horas al estudio.

También pianista, Gadea explicó que el disco acompaña un libro, el primero de los cuales se editó hace 13 años. Además, la grabación musical se realiza con otros instrumentos para hacerla accesible para todo público y así despertar interés por el violonchelo.

Los cuatro discos han sido reditados a manera de compendio, por Tempus Clásico, disquera dedicada a la música mexicana. Para el desarrollo de los cuatro métodos recibieron apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.

Interés por el violonchelo

Respecto del método de iniciación musical, Pilar Gadea dice que no existía uno con música mexicana y latinoamericana. “Los niños tocan La piñata y A la víbora de la mar, canciones que ellos cantan; entonces, como maestra te puedes concentrar en la afinación, la posición, el sonido, porque la melodía ya la tienen en el oído.

“Esa es la idea, que sean piezas que ellos conocieran y otras que escribí para desarrollar técnica muy específica como legato y staccato”, apunta Gadea. Los Chelos de Hamelín se formó hace 13 años para presentar el primer libro. Han tocado en el Festival del Centro Histórico y Papalote Museo del Niño, entre otros lugares.

Las edades de los integrantes van de cinco a 19 años. Tengo una alumna que estudia en la Escuela Nacional de Música y otro que ya está en la Superior de Música, pero también los tengo que estudian medicina, biogenética, inclusive, hay un arquitecto. De hecho, tengo alumnos, papás de los niños, que son ingenieros o médicos, que tienen su grupo aparte, acota Gadea.

Aunque Los Chelos de Hamelín interpreta desde música barroca a la contemporánea, U2 o Metálica, lo que los niños quieren tocar, el programa del domingo 16 se concentró en canciones mexicanas, como Los pollitos, Al din dón, La Marisola y Tengo manita, así como versos cantados de Miguel de Unamuno, Amado Nervo y Verónica Murguía.

Gadea sabe que no todos los niños se dedicarán a la música, pero recuerda que los músicos aficionados son los que disfrutan los conciertos de profesionales y crean un público conocedor.

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DEJAD QUE LOS NIÑOS SE ACERQUEN AL CHELO

Durante 15 años han pasado por el grupo 35 alumnos; algunos se han dedicado a la música. (Jorge Carballo)
XAVIER QUIRARTE
10/08/2014 04:45 AM

Cuando uno observa a los niños y adolescentes que conforman el grupo Chelos de Hamelin, dirigido por Pilar Gadea, se viene a la mente una frase del gran maestro del instrumento, Mstislav Rostropovich: “Cuando empecé a aprender el chelo, me enamoré del instrumento porque parecía como una voz: mi voz”.

Y si estos niños se notan enamorados de sus instrumentos, es porque Gadea los hace involucrarse en el trabajo en equipo, pues además de estudiar juntos en ocasiones se presentan en concierto. Desde el más pequeño, de cinco años de edad, hasta una muchacha de 19, trabajan con Violonchelos de colores, material didáctico diseñado por la chelista que incluye libros de partituras y discos. Tal ha sido el éxito que ha alcanzado, que los primeros discos fueron reeditados recientemente por Tempus Digit, al tiempo que se lanzaba el volumen cuatro. El material se utiliza en varios estados de la República, así como en Estados Unidos, Uruguay, Chile, Argentina y España.

En 15 años, alrededor de 35 niños han formado parte de Chelos de Hamelin, algunos de ellos incluso se han dedicado a la música, como Athena Zenker, quien estudia violonchelo en la Escuela Nacional de Música. Pero hay de todo, indica Gadea en entrevista con MILENIO: “Hay quienes estudian para médico, biomédico, abogado y otras profesiones, pero siguen tocando, como sucede mucho en Europa, donde grupos de personas que estudiaron distintas carreras se juntan para hacer música”.

Graduada como pianista en el Conservatorio Nacional de Música y como chelista en la Guildhall School of Music and Drama en Londres, Gadea realizó su primer libro sin ningún apoyo. Cuando se lo presentó al maestro Carlos Prieto, el violonchelista le dijo que su trabajo valía la pena y le brindó su soporte moral y económico. Desde el segundo volumen ha contado con el apoyo del Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes.

¿Cuál es la esencia de “Violonchelos de colores”?

La esencia es que se trata de canciones que los niños conocen, canciones que cantan y tocan muy rápido. Lo difícil de este instrumento es la posición: hay que sentarse derechitos, manejar el arco, colocar los dedos, pero una vez que los niños tienen la melodía, esto se vuelve más sencillo, aprenden muy rápido.

¿Qué beneficios trae a los niños este tipo de programas?

Imagínate que los niños están concentrados en algo tan increíble como la música: se sientan con sus instrumentos y, como quien platica, ya están tocando. Los beneficios neurológicos son infinitos, lo mismo que a nivel de comunicación, de interacción con sus compañeros y de su presencia en el mundo. Al tener un instrumento adquieren un compañero de por vida, un compañero incondicional. Una alumna, que es médico, me dice que nunca se siente sola porque tiene su instrumento. Algunos ex alumnos, ya adultos, formaron un cuarteto de chelos y se reúnen dos veces por semana a tocar, aunque no se dedican a la música.

¿Cambia su atención hacia otras actividades?

Su atención y concentración van dirigidas a algo tan agradable como es hacer música, y no tienen tiempo para pensar en cosas que no son buenas para su desarrollo. Más adelante, su acercamiento a la medicina, a la biología o a las matemáticas, a lo que quieran dedicarse, será diferente a la del resto de los estudiantes.

Amor por el instrumento

Los pequeños violonchelos y sus estuches adoptan la personalidad de los niños de Chelistas de Hamelin, pues algunos tienen calcomanías de dibujos animados, otros estrellitas doradas, otros se notan más serios. Pronto aprenden a querer y a respetar sus instrumentos. Cuando a Elián Alejandro se le pregunta qué le gusta del violonchelo, no duda en responder: “Me puedo expresar con él, si estoy triste o si estoy feliz. Mis amigos en la escuela me preguntan cómo toco el chelo, qué sé tocar y esas cosas. La pieza que más me gusta es ‘El velero de papel’”.

De voz pequeña, Renata combate las preguntas con sonrisas, pues su timidez le impide hablar. Su amiga Bety, mayor que ella, asegura que le encanta “hacer música y ya”. Si usa las uñas de varios colores, dice, “es porque me gusta pintármelas. La pieza que más me gusta es ‘A la víbora de la mar’. No sé por qué”.

Andrés, hijo de un ex integrante de Chelistas de Hamelin, ya lleva la música como parte de su herencia genética, según nos cuenta. “Cuando era chiquito, mi papá estudiaba el violonchelo; me gustó mucho y yo empecé a tocar también. Quiero tocar todo tipo de música, sobre todo moderna y clásica”.

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El Sol y la Luna, un espectáculo para celebrar a los niños

Jorge Mendoza | El Univesal

19:25 CIUDAD DE MÉXICO | Martes 22 de Abril de 2014

Música y narración oral se conjugan en este trabajo a presentarse en La Nana

Una celebración anticipada del Día del Niño se disfrutará el 23 de abril en el espectáculo “El Sol y la Luna. Mitos prehispánicos”, en La Nana, Fábrica de Creación e Innovación que es la sede del Consorcio Internacional Arte y Escuela ConArte, a las 16:00 horas.

Este concierto estará ofrecido por el Ensamble Ámbar integrado por Micaela Gramajo en las narraciones, Pablo Chemor en el piano, Sibila de Villa en la flauta, Miguel Haller en las percusiones. En el violonchelo y la dirección se encuentra Pilar Gadea.

Este es un espectáculo donde se combina la música con la narración oral y la imaginación de los niños, a quienes se les comparten dos mitos prehispánicos, el “Mito azteca” y el “Mito maya”, el primero cuenta cómo surgió el fuego y en el segundo se narra cómo el Dios del Sol de nombre Itzamná junto con Ixchel, la Diosa de la Luna llaman a Ah Kin Xooc para que pueda crear la música combinando los sonidos que otorga la naturaleza en la tierra.

“Interpretaremos la música original de <strong>Pablo Chemor</strong> y Jacobo Lieberman en el “Mito Maya” y las composiciones musicales de Alejandra Hernández en el “Mito azteca”. A los niños les encanta imaginar estas historias de nuestros ancestros en tiempos remotos, acompañadas por música. Ésta es una excelente opción de entretenimiento en los últimos días vacaciones de Semana Santa y está dirigida para todo tipo de público”, declaró Pilar Gadea, directora y violonchelista.

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Mitos de sol y luna llevan a un viaje sensorial sin límite

Ángel Vargas
Periódico La Jornada
Domingo 17 de noviembre de 2013, p. 3

Lo ancestral y lo contemporáneo convergen en el espectáculo musicalMitos de sol y luna, del cual el grupo Ámbar ofreció ayer una función en el Centro Nacional de las Artes (CNA), como parte del antepenúltimo día de actividades de la 33 Feria Internacional del Libro infantil y Juvenil (Filij).

Concebido por la violonchelista Pilar Gadea, directora de la agrupación, en él se entremezclan narraciones míticas de origen mexica y maya sobre el origen de la vida y el universo con obras musicales de reciente creación.

Se trata de un viaje sensorial y emotivo sin límites que sitúa al público entre los mismísimos dioses de ese par de culturas precolombinas cuando planean cómo harán la naturaleza y el mundo y cuáles serán las características de los animales y los seres humanos.

De tal manera, merced la intervención de la actriz Micaela Gramajo, quien hizo las veces de narradora, fue posible enterarse de cómo el hombre, tal y como lo conocemos hoy, es resultado de las lágrimas y gotas de sangre que Quetzalcoatl virtió sobre una vasija con huesos y cenizas de muertos que él mismo había sustraído del inframundo, del reino del Mictlán, de acuerdo con la mitología azteca.

También se dio cuenta de la generosidad y valentía de un par de deidades mexicas que sacrifican su vida en una hoguera para que nuestro planeta y los seres vivos que en él habitan puedan gozar de la luz, cobijo y demás bondades del Sol, así como de la Luna, a cuya cara fue aventada un conejo para evitar que fuese demasiado brillante y con ello impedir el necesario reposo que todos merecemos. Es así que desde tiempos inmemoriales puede advertirse en la Luna, sobre todo cuando está llena, la característica figura de ese animal.

Según se dijo en el espectáculo –el cual será presentado también el 24 de noviembre y el primero de diciembre en la Sala Blas Galindo del CNA, a las 13:30 horas– tal gesto de generosidad divina fue agradecido por los antiguos pobladores de estas tierras con un par de monumentales pirámides que aún pueden apreciarse en Teotihuacán.

Para mantener cautiva la atención de quienes llenaron el foro uno de la feria durante los 60 minutos que duró la función, el grupo Ámbar no requirió de más producción, escenografía ni parafernalia que los instrumentos que utilizan los cuatro músicos que lo integran: un teclado electrónico, una flauta transversa, un violonchelo y un set de percusiones, además de la desbordante imaginación de las historias relatadas por Micaela Gramajo.

Integrada por obras de Pablo Chemor, Jacobo Lieberman y Alejandra Hernández, la parte musical generó una atmósfera dulce y animosa, con piezas que hacen referencia a los diferentes fenómenos de la naturaleza y sus elementos, como la lluvia, el viento, el fuego, las aguas de los ríos y océanos o el viento entre el follaje de los árboles.

Al terminar la función, el público, cautivado, agradeció con estridentes ovaciones el trabajo de ese grupo de artistas y continuó con su sabatino paseo entre las decenas de espectáculos y ofertas de esta 33 Filij, la cual se erigió en un páramo de alegrías, asombros y sorpresas para las centenas de familias que a ella concurrieron.

Afuera de ese complejo cultural, ubicado en Calzada de Tlalpan y Río Churubusco, quedó el incesante bombardeo publicitario del llamado El Buen Fin que por doquier y casi todos los medios promueve un consumismo desbocado.

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La cultura necesaria

Alberto Híjar.

Sin plan general que guíe más allá del relumbrón demagógico, hay acontecimientos culturales que pasan desapercibidos ante la enciclopédica ignorancia de los funcionarios y el desprecio de los mercaderes. Describamos.

La Secretaría de Hacienda organiza exposiciones y conciertos en el antiguo Palacio del Arzobispado a un costado del Palacio Nacional. Dentro del XIII Festival de Música Antigua In Illo Tempore, presentó el 24 de noviembre a Los Chelos de Hamelin, una agrupación de jóvenes donde coexisten niños con adolescentes y adultos con la dirección de Pilar Gadea, graduada en México y la Gran Bretaña para ofrecer conciertos como pianista y violonchelista en Inglaterra, Escocia, Grecia, Barcelona y Santander.

Su carrera adquirió un sentido innovador a partir de su libro y disco Violonchelo de colores donde sistematiza la enseñanza para niños que ha desarrollado en España, Estados Unidos y Venezuela. En el bolivariano país encontró una tradición importante de orquestas juveniles e infantiles como la que recientemente asombró a New York, Boston y el Distrito Federal de México con Gustavo Dudamel al frente, celebrado por su juvenil enjundia estética al dirigir lo mismo piezas de Mahler que sabrosos mambos interpretados con los clásicos movimientos acompañados de los trompetistas. Pilar Gadea asume toda esta valiosa experiencia y lo mismo toca a dueto, organiza un cuarteto, un sexteto que toca con los otros diez integrantes del grupo.

Su dirección es discreta y amable, nada grandilocuente, sino acompañada de sonrisas, guiños y felicitaciones para bien auxiliarse con el lanzamiento como director de uno de los jóvenes ejecutantes. La música de los siglos XVI al XVIII resulta festiva, gana al escucha y revela un sentido comunitario en y por el placer estético.
DIARIO POR ESTO ( 1ª dic. 2007)

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Presentación Violonchelo de colores

Método musical

Hoy, presentación de Violonchelo de colores, volumen 2

Ya se encuentra en circulación el segundo tomo del método musical Violonchelo de colores -libro y disco compacto- realizado por Pilar Gadea. El primer volumen mostraba las posiciones de las manos sobre el instrumento. Este segundo incluye canciones tradicionales latinoamericanas y poemas musicalizados de Sor Juana Inés de la Cruz, Miguel de Unamuno, Amado Nervo, José Emilio Pacheco, Rafael Pombo y Verónica Murguía.

Igual que el primer volumen, éste tiene el “propósito de enseñar a los niños a tocar el violonchelo de manera sencilla y lúdica, y asimismo dar a conocer las posibilidades de este instrumento al público que aún no las conoce”.

Gadea creó estos métodos luego de percatarse de que los estudiantes mexicanos del instrumento tenían que trabajar con libros ingleses o uno japonés. Entonces empezó a transcribir canciones infantiles mexicanas y, al mismo tiempo, “a resolver problemas técnicos que frecuentemente se presentan en los primeros años”.

Elaborado con apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes, Violonchelo de colores 2 será presentado este domingo a las 12 horas en el Anfiteatro Simón Bolívar del Antiguo Colegio de San Ildefonso.

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Pilar Gadea y los Chelos de Hamelin

Pilar Gadea y los Chelos de Hamelin se confabulan para dar vida al disco y al libro de partituras Violonchelos de colores 2, un proyecto que además de despertar el interés de los niños por ese instrumento, les permite desarrollar otras aptitudes.

Por: XAVIER QUIRARTE

Ciudad de México

Milenio / CULTURA

Domingo 13 de marzo , 2005

La música permite a los niños desarrollar una parte del cerebro, asegura Pilar Gadea. Foto: Luis Jorge Gallegos
A jugar con el violonchelo

Los violonchelos no son de colores, si acaso las tonalidades de las maderas varían de uno a otro, pero sí son de tamaños diferentes. Los pequeños van delante, le siguen los medianos y hasta el fondo, como si resguardaran a los que casi parecen juguetes, están los grandes. Las cuerdas, tensadas en su punto, aguardan las caricias de los arcos.

Detrás de los instrumentos las caras comedidas de los niños aguardan las indicaciones de Pilar Gadea. Unos sonríen, otros se muestran serios y aquel derrama picardía. Ninguno parece presionado, ni siquiera ante la presencia de la cámara fotográfica. Todos abrazan sus violonchelos y esperan el momento en que habrán de volar juntos. ..

Uno, dos, tres. .. Atentos a la cuenta, los instrumentos conducen las sensibilidades de los niños que conforman los Chelos de Hamelin, cuyo propósito es encantar a quienes hoy domingo al mediodía habrán de exponerse a las melodías contenidas en el disco Violonchelo de colores 2 y su libro de partituras correspondiente. La presentación se realizará en el Antiguo Colegio de San Ildefonso con la participación de Gadea y sus encantadores discípulos, así como Leticia Armijo, coordinadora del Colectivo de Mujeres en la Música, el poeta David Huerta y el violonchelista Ignacio Mariscal.

Y puesto que el acto forma parte del IX Encuentro Internacional y V Iberoamericano de Mujeres en el Arte, es justo reconocer que la música es un vehículo idóneo para echar por tierra el asunto del género. La colaboración y convivencia entre niñas y niños es patente en las ejecuciones de los Chelos de Hamelin.

TRABAJO DE OCHO AÑOS

Con apoyo del Programa de Fomento a Proyectos y Coinversiones Culturales del Fonca, Pilar Gadea ha publicado este segundo libro de partituras que aparece cuatro años después del primero, aunque el trabajo se remonta a ocho años, dice en entrevista. “El primer libro lo hice yo sola y el maestro Carlos Prieto fue la primera persona que dijo que el proyecto valía la pena y me apoyó emocional, moral y económicamente”.

La idea es que el libro de partituras se distribuya en las escuelas de música, aunque el gran problema es que cada vez hay menos música en las escuelas públicas.

“Realmente son pocos los ejemplares que se venden, por fortuna el disco ha tenido una distribución mucho mayor. Por ejemplo,. me acaba de llamar una chelista de Torreón que compró el disco y ahora me pide libros para enseñar las piezas a sus alumnos. Desafortunadamente en Venezuela el libro se usa más que aquí porque hay un programa muy grande de música, el Proyecto Simón Bolívar, y en la escuela Freeman enseñan con este libro.”

Violonchelo de colores 2 ofrece canciones tradicionales latinoamericanas pero no muy conocidas. “Son ritmos muy interesantes que a los adultos les cuesta trabajo seguir, pero no a los niños”, explica mientras les pide tocar “La media muerte”, una hermosa y agridulce pieza mexicana.

Con estas canciones los niños aprenden mucho, asegura Pilar, mientras da indicaciones para que ejecuten el divertimento argentino “El burrito”. Uno juraría escuchar el paso juguetón de un animalito que se mueve al ritmo de esta especie de chacarera.

Si algo une a los niños que conforman los Chelos de Hamelin es su deseo de aprender el instrumento. Pero como ingresan muy pequeños se requiere mucho la participación de los padres para que vigilen que ensayen al menos 15 o 20 minutos diarios para que avancen y no se aburran. “Con cinco o diez minutos al principio avanzan. Realmente es una cuestión de los papas; es como cuando empiezan a escribir y están los maestros. ”

LOS BENEFICIOS

La música permite a los niños desarrollar una parte del cerebro que de otra forma no se desarrolla, explica Pilar Gadea. “Me han llegado cantidad de artículos de experimentos en Estados Unidos y Alemania, donde se dice que efectivamente la música hace que se realicen ciertas conexiones en el cerebro. Parece raro, pero así es. Se nos olvidan los beneficios que trae la música”.

La música también incide en el proceso de comunicación. “Los niños se quieren mucho y se ayudan entre ellos. La chiquita que se sabe la canción se la enseña a la otra, la espera. En otros casos: ¿quién aprende a esperar a un compañero?”

Durante algún tiempo Pilar dio clases en Santander donde había una niña que tenía problemas de desarrollo y cojeaba un poco. Tiempo después su mamá se le acercó y le comentó: “Desde que toca el chelo es otra niña porque aprendió a relacionarse de otra manera”. Hace poco una alumna suya. Bárbara, declaró en una entrevista: “Cuando me siento sola y triste tengo mi chelo”.

Historias de colores afinados

Daniela luce preocupada porque, por esos accidentes que hacen de la vida precisamente la vida, un martillo cayó encima de su violonchelo. Como si fuera doctora la maestra lo ausculta y declara que está bien; recibió un golpe, fuerte pero el sonido no se ha alterado. Otra buena noticia es que al martillo tampoco le pasó nada, aunque se rumora que está castigado.

Sonriente, Daniela recuerda un cartel que le hizo ojitos para avisarle que habría un concierto de violonchelo. Curiosa –qué niño no lo es- asistió y quedó prendada del sonido de Pilar y sus duendecitos, perdón sus Chelos de Hamelin. Siente que desde que toca ha cambiado y es más feliz.

Úrsula no tiene cien años y por supuesto no es de Macondo, pero a sus seis años tiene cara de angelito aunque con los pies plantados en la tierra. ¿Qué le gusta del chelo a esta pequeña? “Mmm, mmm, mmm”, murmura como si fuera una cuerda que está siendo afinada. “No sé… ¡Todo! la, ja.”

A su lado, se nota que Carlota -así, en verso ya conoce más el mundo y lo difícil de las relaciones humanas. Dice que cuando toca con Úrsula “se siente bien bonito.

Aquí mis amigas son mejores, son pura buena onda, y en mi escuela son bien gachas.”

Artemisa, juiciosa y tímida, lleva seis años estudiando con Pili, como le llaman a la violonchelista mayor. Asegura que ha cambiado mucho en este tiempo porque antes se aburría en su casa donde no hacía nada. “Cuando entré a estudiar música hubo varios cambios; se siente bien tocar el instrumento, aunque mis amigas de la escuela dicen que es bien aburrido.”

Ellas se lo pierden, pero no Marcos, quien con cara de rocker o de émulo de Nigel Kennedy en el violonchelo, es feliz cuando toca “Estrellas”. O Sabina, la de las grandes pestañas, a quien le gusta el chelo por el arco y su pelambre suave.

ANTIGUO COLEGIO DE SAN ILDEFONSO, JUSTO SIERRA 16,

CENTRO HISTÓRICO.